23.7.12

De la llama del tiempo salían,
los latigazo dorados
que adormecían la pena.
Mientras las lágrimas se morían en la arena;
como moría la espuma de las olas
en la playa serena.
La hoja ancha palidecía
en las costas de una mirada lejana
como buscando.
Que del canto del viento se caiga un verso.
Pero nada.
Flotaban las aves.
Las nubes el mismo tiempo…Continuaba la llama y nada.
¡Que tonta espera!
Se anudaban las pupilas de sueño.
Se encrespaba la piel refrío… Continuaba la llama y nada.
¡Nada me devolvía la risa!
El cielo se encendía azul lejano;
Como el Dios que no entendía;
que enterrando mi dolor en la arena,
su dulce sonrisa se me dibujaba en la tarde.
Continuaba la espera…Continuaba la espera sin que se apee un verso del viento.
Continuaba la espera… Sin que los latigazos dorados que adormecen la pena.
Me quiten lo dulce que sabe esta espera.







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